jueves, 16 de julio de 2009

दोंदे नो pica

“El pastor Miguel Brun me contó que hace algunos años estuvo con los indios del Chaco paraguayo. El formaba parte de una misión evangelizadora. Los misioneros visitaron a un cacique que tenía prestigio de muy sabio. El cacique, un gordo quieto y callado, escuchó sin pestañear la propaganda religiosa que le leyeron en lengua de los indios. Cuando la lectura terminó, los misioneros se quedaron esperando.El cacique se tomó su tiempo. Después, opinó:- Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien.Y sentenció:- Pero rasca donde no pica”.
Eduardo Galeano, “El libro de los abrazos”

Hice un alto en la redacción de una nota que hacía sobre un bebé abandonado en la puerta de una coqueta casa. Mientras preparaba el mate, escuché que una colega le decía al jefe de la sección, con cara de rigurosa científica social: "A los pobres no se les culpar de que se llenen de hijos. Son socialmente inimputables. Es genético-cultural lo que les pasa. Entonces, ¿qué se les puede decir que sean sucios y provoquen las inundaciones de las calles por la basura que tiran en cualquier lado? No tienen voluntad de mejora, no tienen sueños de mejoras, por eso dejan pasar las oportunidades de estudio y trabajo. No pueden pensar, por su pereza y facilismo".
El jefe, y otros periodistas recibidos en la Universidad Católica local, asentían con sus rostros graves. Desistí de intervenir. Sería otra discusión vana en la cual el “zurdo” ratificaría, para la mayoría de los empleados del diario, su ideología setentista.
El argumento era viejo pero se repetía como verdad revelada en el diario. La pobreza, aún la de nosotros con los sueldos miserables, era culpa de los pobres, de la mala estrella, de fatalismo natal. Los ricos son una especie diferente de gente: seres ungidos, escogidos por su especial condición y el destino.
Endulcé el mate pese a que me gusta amargo.
Continuó sin entender como colegas que escriben más o menos, pasaron por la universidad y sufren la pobreza, tienen tales ideas.
Volví a mi nota. Los compañeros callaron e hicieron lo mismo. Todos haciendo el diario del día próximo. Rascando donde no pica.

1 comentario:

Guillermo Salvador Marinaro dijo...

La pobreza no sólo es material sino también ideológica. Faltan ideas, faltan pasiones, falta valentía. Mi pela, aunque estamos opuestos generacionalmente, es básicamente la misma, luchar contra un proceso que se ha llamado ha sí mismo posmodernismo, pero alberga la crisis del hombre como constructor de su futuro. Me pareció maravilloso esta prosa. Espero que algún día se decide por publicar. Un abrazo. Salvador