Hoy, pero desde, ayer, llueve.
Sin parar, de a poco, mucho, constante,
y caminar en la calle es mojarse
pero quedarse bajo techo es triste
como recordar alguna carta de amor
que no mandamos nunca y olvidamos
hasta esta tarde de lluvia y frío adentro
de casa, del corazón, de los olvidos
que reaparecen suavemente crueles
como corresponde a las almas en pena
o a las palabras ahogadas en tormentas
desdichados naufragios de caricias
deseos que no conocieron el sol
pues nacieron de noche,
con frío y lluvia.
Darío Illanes
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